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27 de Marzo del 2004
Iros todos a tomar por culo
Querido lector, no se preocupe: todos, menos usted.
Imaginaos la tarde de hoy. Después de un día resacoso y aburrido, me visto mal que bien para ir a devolver un libro a la biblioteca de la facultad ("El reino nashrí de Granada", de Rachel Arié, muy interesante) y luego hacer una visita a la parienta.
Y en ese momento mi ángel de la guarda decide irse de cañas.
A mitad de camino noto que llevo dos ruedas pinchadas. Todavía no sé cómo. En ese momento chispeaba y empezaba a atardecer. Avisé a un amigo para que viniera a echarme una mano, y a la madre de mi novia por si me podía arrimar un chubasquero para no mojarme demasiado cambiando una rueda. Para cuando ambos llegaron estaba cayendo el diluvio universal. Me coloqué el chubasquero, me armé de valor y decidí intentar cambiar las ruedas yo solito.
Una hora después, agotado, empapado como una esponja y sin haber conseguido más que quitar una de las ruedas pinchadas, me rendí. El gato no podía levantar el coche. En aquel momento pensé que sería culpa mía, que algo estaría haciendo mal. Al fin hice lo que debería haber hecho desde un primer momento: llamar a la grúa. Al rato llegó mi padre para firmar lo que hiciera falta y pagar lo que fuera menester. El gruero (dícese de la persona dedicada a conducir grúas) me dijo por teléfono que tardaría unos cuarenta minutos en llegar. Hora y media después llamé de nuevo, al borde de la desesperación y el asesinato, y me dijeron que la grúa que me habían enviado se había averiado a medio camino.
La sustituta llegó en seguida, menos mal. El gruero me dijo que era normal que no hubiera podido cambiar las ruedas: el gato era demasiado pequeño para el peso del coche. Y yo con cara de gilipollas, empapado por haberlo intentado durante una hora. En cuestión de diez minutos ya estaba en el coche de vuelta a casa, tiritando pero feliz de estar a punto de llegar a la ducha calentita y la cama.
Ya he cenado, me he puesto mi pijama hortera de cuadros y estoy leyendo el correo (es decir, borrando spam). Este viernes es martes y trece: mi padre me acaba de decir que se le ha roto una muela hace un minuto comiéndose el bocadillo. Espero que ya entienda usted, querido lector, por qué mando a todo el mundo a tomar por culo.
Creo que me voy a la cama, antes de que provoque algún accidente mortal.
Dicho por Santo at 27 de Marzo 2004 a las 01:24 AM
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Ufff... Es que me lo imagino y me dan escalofríos. Espero que hayas tenido sueños felices, al menos :-)
Escrito por Manu a las 27 de Marzo 2004 a las 06:01 PMJajajaja, suelen pasar estas cosas, acuérdate de mi último viernes 13...
Escrito por Jarry a las 29 de Marzo 2004 a las 07:46 PMJarry, ya sabes lo que dice el refrán: mal de muchos, epidemia. :P
Escrito por Santo a las 29 de Marzo 2004 a las 10:31 PMTu viernes trece fue mi domingo de teatro. Pero es que si pongo en mi blog otro post quejándome de lo dura y triste que es mi vida... que pesá!! O_o
Escrito por Delirio a las 29 de Marzo 2004 a las 10:48 PMSí que le pegué un llantazo al bordillo. Pero debo decir en mi descargo que con una cuarta de agua en el suelo los bordillos no se ven. :P
Escrito por Santo a las 2 de Abril 2004 a las 03:48 PMdespues de leer el comentario a tomar por culo, me siento identificado con el firmante del mismo, y no porque me haya sucedido algo parecido sino simplemente por el sentimiento de que no está en nuestra mano los imponderables de la vida cotidiana.
¿Pero que coño pintan los anuncios pornográficos de
shemale y demás?. ¡Iros todos a tomar por culo!.
Los anuncios pornográficos en cuestión son otro de los imponderables diarios: el condenado spam, al parecer absolutamente incontrolable. :-S
Escrito por Santo a las 29 de Noviembre 2004 a las 09:56 AM