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15 de Octubre del 2004
Ars retorica
He descubierto algunas cosas nuevas desde que empecé Filología Hispánica. Por mucho que me lo prometiera cada fin de año, dudo mucho que me hubiera acercado a las Metamorfosis de Ovidio de no ser por la carrera (y muchísimo menos en latín). Tampoco a las Soledades de Góngora. El Quijote sí lo habría terminado leyendo, pero no lo habría disfrutado tanto (lo tengo ahora entre manos y estoy, sencillamente, alucinando en colores). Pero lo que más ha cambiado desde que empecé mis estudios han sido mi manera de leer y de escribir.
Antes leía como todo el mundo, una página, después la otra y así, y a ser posible saltándome las introducciones y las notas al pie. Siempre he pensado que eso era relleno inservible, pues lo que importaba era la obra, el lector y nada más. Gracias al amable manotazo de algunos (buenos) profesores, mi castillo de naipes intelectual se ha derrumbado y he podido aprender a leer de otra forma. Desde hace algunos meses, leer se parece tanto a lo que yo hago como la acupuntura a la cirugía interna. No con todos los libros, evidentemente; sin embargo, con la obra que lo merece me detengo a tomar notas; a pasar y repasar una línea las veces que haga falta si la veo interesante; a tener varios libros de referencia abiertos para averiguar más sobre tal o cual mención, tal o cual intercontextualización. Y luego, otra pasada de lectura más relajada para disfrutar del fluir de la narración o de la música de la poesía.
Y escribir... Ya no me dan ataques de furor poético, no hay musa ni daimon que valga. Tengo tantas ideas como antes o más, pero me parece absurdo desperdiciarlas por culpa de la prisa. No, cada cosa merece su tiempo. Un buen poema es digno de ser construido paso a paso, dedicándole las horas que hagan falta a cada pequeña metáfora, a cada breve encabalgamiento, y luego limar y repasar. Un buen relato tiene que ser diseccionado para estudiar sus partes y saber dónde colocar cada cosa; por dónde pasar los hilos para construir el telar de la historia. Igual que en la cocina: uno coloca los ingredientes, va preparando el agua y luego los echa uno a uno; lo último del todo es comer el plato, en este caso escribir. Evidentemente, esto se traduce en que escribo menos. Y tampoco todo lo que escribo tiene este detenimiento. Sólo lo que lo merece.
Todo esto lo he aprendido estudiando la retórica clásica. Muchos dicen, desde hace ya décadas, que es una ciencia enquistada, muerta, sin sentido; que ha quedado reducida a un puñado de normas olvidadas e inservibles que ya nadie tiene en cuenta. Luego me asomo a la televisión un instante y escucho a los que nos mienten desde sus tribunas, y me doy cuenta de que esos muchos deben de tener un interés especial en que no le echemos cuenta al ars retorica de nuestros engañadores, porque si no, no se explica la cosa.
Cuando uno empieza a estudiar la retórica, en principio piensa que se trata de una curiosidad cultural o antropológica, un resto de tiempos pasados. Desde la Edad Media, época a partir de la cual se fueron desgajando materias de la retórica quedó sólo para su estudio en reducidísimos rincones, como las aulas de enseñanza de los jesuitas. Pero la gente no dejó de hablar, ni de escribir; y lo que es más, no dejó de intentar hacerlo bien. Así que la retórica, el arte de Cicerón del movere, docere, delectare, nunca murió. Simplemente se decidió olvidar lo que grandes sabios habían dicho al respecto siglos antes. Alguien me dijo una vez que para empezar a escribir relatos debería leerme antes la Retórica de Aristóteles, y pensé que era un imbécil: hoy sé que tiene razón. Cuando uno lee a Platón, a Quintiliano, a Cicerón o a cualquiera de los grandes rétores del mundo antiguo descubre que muchas cosas que hoy nos pueden parecer innovaciones eran ya viejas para los primeros sabios de la Historia. Cuánto camino ahorraríamos los que jugamos con las palabras si estudiáramos lo que otros han dicho. Cuánto me queda por estudiar...
Por todo esto me hacen gracia los que desdeñan las normativas porque "encadenan su libertad", y afirman que la literatura es un arte personal e íntima que no puede tener reglas. Se han quedado en la estética romántica, me temo (en Bécquer, principalmente, y él tampoco escribía al azar), y no saben ver nada de antes ni de después. Y por supuesto, sin técnica, sin conocimientos no son capaces más que de vomitar paja de escaso valor literario. Para empezar a saber de ritmos hay que leer muchos hexámetros; para acercarse siquiera a la narratología, no está mal empezar por las Etiópicas de Heliodoro. A todos nos hace falta un repasito a don Tomás Navarro Tomás, y a San Agustín y Cicerón y Séneca, y de paso a Cervantes, Quevedo, Góngora y Fernando de Rojas. Y después, te cagas en todo y decides escribir verso libre, pero lo haces con propiedad.
Si dejáramos de pensar por un instante que hemos recibido una educación completísima y leyéramos a los clásicos y sus normas viejas y anquilosadas, nos daríamos cuenta de que esto de juntar palabras no es tan fácil. Pero claro, para aprender el oficio hacen falta muchos años, y ya nadie quiere ser bueno en lo suyo, sino ganar más dinero que Beckham. Sic transit gloria mundi.
Dicho por Santo at 15 de Octubre 2004 a las 12:22 AM
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Mr. Diverso: ya conocía tu página, desde luego magnífica. Y el comentario de hoy es para mí una inyección de moral: adquieres tintes heroicos con tanta -y tan noble- ambición intelectual.
En fin, a partir de ahora, además de leernos, será cuestión de tratarnos. Un saludo emboscado,
José María (o sea, claro, el de La Emboscadura)
Escrito por Emboscado a las 16 de Octubre 2004 a las 01:52 PMMuy bien, señor Santo, tomo nota desde ya y me rindo a sus enseñanzas :P
Escrito por La Oruga a las 17 de Octubre 2004 a las 02:28 PMMuchas gracias por tu visita y por tus buenas palabras, José María. A ver si es verdad lo de tratarnos. :)
Oruga: a mis enseñanzas no te rindas. Mejor a las de Cicerón: sabía mucho más de lo que yo sabré nunca.
Escrito por Santo a las 17 de Octubre 2004 a las 11:33 PMYo estoy mosqueadísimo con esto de que no haya asignatura de Retórica en Ciencias Políticas... ¿pero qué mierdas de políticos piensan formar, que ni siquieran van a poder mentir a las masas? Si es que...
Fuera de coña, que a ver si me pasas tus apuntes de Retórica y de poesía latina. Y que, por supuesto, estoy de acuerdo en que antes de sentarse a escribir (y quien dice a escribir dice a reflexionar, a pintar, componer, etc.) en serio hay que dejarse los ojos y los años conociendo a los clásicos. De manera directa, claro está, no valen la Eneida en cómic ni sustituir la lectura de la Ilíada por la película de "Troya"... (ouch, no tengo emoticon de vómitos)
PD: Mariquita, a ver si vienes a Granada un día, coñe, que para algo tienes coche
Escrito por Jarry a las 18 de Octubre 2004 a las 01:30 PMPues la verdad es que me extraña que no deis Retórica en tu carrera...
El libro que yo tengo es un manual de historia de la retórica de Barthes. A ratos es un poco relioso, pero no está mal del todo. De poesía latina no tengo gran cosa, este año empiezo a traducir las Metamorfosis y alguna otra cosilla (creo haberle escuchado a Sojo, mi profesor, que también vamos a meternos con Horacio). Aún así, en un manual de latín buenísimo que tengo (ahora no recuerdo los autores) hay unos cuantos epígrafes de poesía latina bastante buenos. De todos modos, si quieres aprender métrica te remito a Tomás Navarro Tomás. Métrica castellana, por supuesto, y muchas teorías suyas han quedado, si no invalidadas, posiblemente superadas y mejoradas (¡ay, don Tomás, las máquinas a veces mienten!). Pero es igual de interesante, y es un autor muy sabio al que merece la pena leer.
A Granada voy el viernes (llegaré a la hora de la comida más o menos), a ver a Mamá Ladilla en concierto por la noche con Laura. Si no os volvéis a Málaga tempranito os veo un rato.
Escrito por Santo a las 19 de Octubre 2004 a las 12:55 AMOk, y no voy a Málaga hasta el domingo por la mañana, así que ya nos vemos. Si me traes alguno de los librillos me ahorras tener que subir a la Cartuja a por ellos... :)
Escrito por Jarrry a las 20 de Octubre 2004 a las 12:59 PMEl de Navarro Tomás no lo tengo. El de Barthes sí te lo puedo llevar (a ver si no se me olvida).
Escrito por Santo a las 20 de Octubre 2004 a las 05:32 PMYo me remito a Terry Pratchett, que es lo que suelo hacer cuando el debate me supera un poco: "Las reglas están para que *pienses* antes de romperlas". Lo cual significa que no son inútiles...
Escrito por Manu a las 22 de Octubre 2004 a las 12:20 PMBuen post. Decía Eliot que ningún verso es libre si su autor quiere hacer un buen trabajo.
Saludos
Félix
Escrito por JPB a las 23 de Octubre 2004 a las 11:25 AM