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23 de Diciembre del 2003

Juego de corazones (VII y último)

Escalera de color

La silla eléctrica estaba ahí. Casi azul. Casi hermosa. El blanco de la habitación dañaba los ojos; los cristales eran gafas crueles para ver mejor el espectáculo. El hombre se sentó con una sonrisa en los labios y ayudó a los guardianes a colocar las correas que ciñeron muñecas y cabeza. Un periodista informaba desde su micro al público:
-Al fin se detuvo al asesino en serie conocido como Casanova. El hombre fue detenido en su casa, donde guardaba los corazones de las mujeres a las que había asesinado. Se entregó sin ofrecer resistencia, y en el juicio reconoció sin tapujos su total culpabilidad en los crímenes que se le imputan; incluso demostró haber cometido dos asesinatos más que los que se conocían. Como recordarán, Casanova fue atrapado gracias a los errores que cometió con su última víctima, una agente de policía; llegó incluso a vivir con ella para poder ganarse su confianza y así matarla. Los datos que la mujer tenía sobre él sirvieron para cazarle. No ofreció ninguna resistencia en el momento de su detención: al entrar la policía armada en su casa, soltó la copa de whisky y el libro que estaba leyendo, apagó el compacto de tangos de Gardel que sonaba en la cadena de música y “acompañó a la salida” a los policías con una sonrisa. En la puerta fue esposado y metido en un coche, sin que la policía encontrara la más mínima objeción por su parte. También les hemos informado puntualmente de su método de operación: seducía una mujer, hacía el amor con ella y después la acuchillaba, dejando en el lugar del crimen cartas de póker, concretamente de corazones. Con ellas iba formando las conocidas combinaciones del famoso juego (parejas, dobles parejas...). Todo indica que en su retorcida mente Casanova componía una macabra partida de cartas contra nadie sabe quién. Afortunadamente ha sido atrapado antes de cometer ningún nuevo crimen. Antes de devolver la conexión, veamos los últimos minutos de Casanova...

El cura se marchó al negarse el hombre a recibir los últimos sacramentos. El alguacil, antes de darle a la palanca final, preguntó:
-¿Desea decir algo antes de...?
-Sí – contestó sin dudar.
-Hágalo entonces.- el hombre sonrió ampliamente, y tras mirar los rostros de todo el mundo contestó:
-¡Órdago!

La palanca bajó, pero el dolor no borró sino acentuó la mueca alegre de su cara. Se llevó la sonrisa y el secreto al otro mundo.

Málaga, 2002

Dicho por Santo at 23 de Diciembre 2003 a las 02:16 PM

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Comentarios: Juego de corazones (VII y último)

Muy, muy chulo. Mi enhorabuena.

Escrito por Manu a las 24 de Diciembre 2003 a las 06:41 AM

casanova jugando al mus. The cagas II - el regreso.

Escrito por el mas cabron a las 24 de Diciembre 2003 a las 02:18 PM
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