« Nos miran | Main | La muerte de Saturno »
30 de Diciembre del 2003
Pesadilla
Anoche tuve una extraña pesadilla.
El atardecer mordía el cielo haciéndolo sangrar. La noche naciente traía un olor a muerte y tristeza. Yo estaba asomado a mi ventana, cuando escuché un ruido extraño en alguna de las habitaciones de mi casa: era el sonido de una presencia ajena, como el grito de las paredes ante la aparición de una amenaza desconocida. Recorrí cada rincón de la casa buscando su origen. Mi dormitorio, con su desnudez sin alma; la blancura del cuarto de baño; el salón desordenado y la cocina triste. Me dirigí a la puerta de entrada, único lugar que aún no había revisado. Tampoco allí encontré nada extraño.
Hay en mi recibidor un gran espejo de cuerpo entero que heredé de mis padres. Me quedé paralizado mirándome en él. En mi reflejo había un aire de melancolía y tristeza, que traspasó la frontera de la superficie color de plata y se pegó a mi piel, tiñéndola de su tristeza azul.
Entonces vi en el espejo que a mis espaldas había una negra figura. Su contorno era difuso, y su carne era la de la noche. Me miraba a los ojos reflejados en el cristal. Supe que ese oscuro ser era el miedo. Puso sus manos sobre mis hombros, y con rostro de hambre lujuriosa comenzó a besarme el cuello. De pronto el beso se transformó en sangre, y de un solo y horrendo bocado me arrancó la cabeza.
Vi el resto de la escena desde fuera de mi cuerpo muerto. Mi reflejo seguía vivo, de pie en el espejo, y lo miraba todo con rostro horrorizado. El negro miedo le agarró de la mano y lo arrancó del espejo, lo sacó de él; y se metió dentro de su piel, vistiéndose con mi rostro, mi carne y mi ser. Vi mi figura de pie, sonriendo con crueldad. El espejo había quedado vacío. Entonces el miedo, con mi cuerpo puesto, se dirigió al interior de mi casa, buscando a mi familia para devorarles como a mí.
Justo en ese momento desperté.
Me levanté, nervioso y empapado en sudor. Entré en el cuarto de baño y me eché agua en la cara y la nuca. Temiendo lo que podía encontrarme, alcé la vista hacia el espejo. Con profundo horror, con desesperación observé que no había en él reflejo alguno.
Anoche tuve una extraña pesadilla. Y ahora no sé qué pensar.
Málaga, invierno del 2003
El sueño de la razón produce monstruos, Goya
Dicho por Santo at 30 de Diciembre 2003 a las 01:47 PM