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2 de Febrero del 2004

Historias de mi barrio: la siesta

Justo delante de la puerta de mi bloque hay un bar.

Hay clases dentro de los típicos bares de barrio. Unos son esos que tienen una pizarra asomando en la puerta que pone: "Menú a 5 €, Sopa de puchero, Patatas con estofado, postre y café". El primer término es invariable (sopa y patatas); cambia el acompañamiento según el día. Patatas con estofado, patatas con filete, patatas con patatas. A estos van los trabajadores de la zona, y también los abuelitos a tomarse el café con churros, charlar y jugar al dominó.

Ésta es mi calle, y esa puertecita, el bar. ¿A que es entrañable?
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Hay otros bares en los que te sientas, pides la carta y te dan un papelito mal plastificado en el que sólo aparecen precios de bebidas alcohólicas y algunas tapas (siempre las mismas: "pincho tortilla", "ensaladilla rusa" y los proverbiales "caramalitos y "cocretas"). El público de estos bares suele tener la cara un poquito más colorada que los anteriores. Y la voz algo más gangosa. Y acostumbran a oler más a vino.

Hay bares que ya es que cantan la Traviatta, porque por no tener no tienen ni tapas: bien alta en la pared hay un pizarrón con una lista de las marcas de bebidas que hay y los precios del cubata. Aquí el personal está siempre sentado en butacas altas, porque de pie no se sostiene.

El bar de mi calle no tiene ni eso. Ni una mala pizarra. Nada. La clientela siempre es la misma, salvando dos o tres que se toman el café allí a las seis de la mañana antes de ir a trabajar. Estamos hablando de un bar que está abierto cuando llegas a las cinco de la mañana de juerga (y uno se plantea: ¿cerrarán muy tarde, o abrirán muy temprano?). La oferta de bebidas tampoco es muy amplia: whisky, ron, ginebra (de marcas absolutamente desconocidas, ni te molestes en preguntar), cerveza y vino. De comer, tortilla. Y si hoy hay pan, pues pan con aceite. No hay ceniceros... ¿Para qué ponerlos? Si al final todo el mundo va a tirar la colilla al suelo. Y en un rincón, tras la barra, hay una fregona gris metida en agua que una vez al día rebaja el alcohol derramado por el suelo (supongo que para disminuir el peligro de incendio: con tanto combustible el bar estaría ardiendo una semana ininterrumpidamente).

Y he aquí el quid de mi problema: estas tascas añejas con cierto regusto castizo tendrían su carisma, de no ser porque siempre me joden la siesta. Y eso no tiene perdón de Dios. Es normal que alguien que moja los churros a las siete de la mañana con whisky, acompaña las partidas de dominó con ginebra y baja el potaje de la parienta con ron, tenga ganas de cantar a las 4. Que se lo pide el cuerpo, vamos. Lo entiendo e incluso me solidarizo. Pero los condenados no se quedan dentro del bar para cantar, no: sacan mesas a la calle, forman un corro y empiezan a cantar bulerías y seguiriyas por turnos. Cuanto más se desgañita uno más le aplauden. En los días de especial inspiración alguno se me arma de valor, trepa a una mesa y taconea. El otro día uno resbaló en un cubata derramado sobre la madera y se deslomó contra el suelo.

El espectáculo más bizarro llega con la vena patriótica. Escuchar a doce hombres borrachos como cubas cantar el himno de la Legión es, de por sí, algo terrible; pero si además estás intentando descansar tras seis horas en la facultad, se convierte en un crimen de guerra.

Yo no digo que cierren el bar. Ni siquiera que dejen de cantar. Pero el deporte nacional, la siesta, hay que respetarlo. La solución: que el Estado les subvencione un local insonorizado. En peores cosas se invierte el dinero.

Dicho por Santo at 2 de Febrero 2004 a las 07:14 PM

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Comentarios: Historias de mi barrio: la siesta

Tú lo que quieres es acabar con la seguiriya, so pepe, so mostachudo, so facha :P

Está muy bien la frase que dice:
"El personal está siempre sentado en butacas altas, porque de pie no se sostiene. "


Escrito por Jose Brox a las 3 de Febrero 2004 a las 12:46 AM

Menú a 5 euros? Aquí no bajan de 9 euros ni en lo más cutre. Pero -a cambio- como llueve y no pueden sacar las mesas a la calle, la siesta la respetan :-)))

Escrito por carmen a las 3 de Febrero 2004 a las 04:14 PM

De como el tipico Casa Paco se transforma en un tablao flamenco interrupiendo la siesta de una vecindad.Los domingos por la noche cuando esta jugando el malaga y cada X tiempo se escuxa un berrido de cerdo q dice:Me cagon su puta mare, pero si eso eh penarty hombreeeee!!!!!

Escrito por Juan a las 3 de Febrero 2004 a las 05:22 PM

Ostras, es verdad, se me había olvidado comentar lo del fútbol. xDDDDD Que los partidos del Málaga o del Madrid son fiesta nacional en mi barrio (y si son Málaga-Madrid no te cuento).

Escrito por Santo a las 3 de Febrero 2004 a las 05:25 PM
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