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5 de Febrero del 2004
Sueño de una noche de verano
Soñé anoche que venías a mí y me abrazabas; apretada contra mi pecho susurraste que te entregara mi corazón. Así que te alejé de mi cuerpo y me quité la piel. Al descubierto quedó la roja carne palpitando de vida. Te entregué mi piel y no la quisiste: repetías, tu corazón, dame tu corazón. Entonces clavé los dedos en mi pecho y separé músculo de hueso. Rasgué los tendones hasta arrancar de mí la carne, y quedó mi esqueleto blanco al sol. También te la entregué. De nuevo dijiste: tu corazón, dame tu corazón. Busqué entre mis costillas y con horror descubrí que donde debería haber estado mi corazón sólo había un hueco: no estaba mi pecho relleno de vísceras sino de soledad. En ese momento, un gran perro saltó hacia mí y se llevó mi calavera. Mi esqueleto, de pronto sin vida, cayó desmontado al suelo. Yo había muerto, y en ese momento te agachaste, rebuscaste entre los restos y te alzaste victoriosa con un trozo sangrante en la mano: He aquí tu corazón, al fin es mío. Te marchaste. Allí se quedaron mis huesos blancos, tendidos a la pálida luz para siempre.
Málaga, pesadilla del verano del 2003
Dicho por Santo at 5 de Febrero 2004 a las 11:34 PM