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22 de Diciembre del 2003
Juego de corazones (IV)
Trío de corazones
El nuevo compañero de trabajo era tan guapo... Tan cortés, tan caballeroso, tan poeta, tan... ¿Quién podía resistirse a él? Las tenía a todas rendidas, pero sólo ella parecía caerle en gracia. Aquella noche, al cierre, se atrancó el engranaje de la puerta metálica.
-¿Puedo ayudarte? escuchó la conocida voz al oído. Tan seductor...
-Sí, por favor. tartamudeó la muchacha. De un tirón cerró él la puerta y le puso el candado.
-Hace frío y tu casa queda lejos... ¿Me permitirás llevarte en mi coche? preguntó de nuevo él suavemente. Ella comprendió al instante y se reprimió para que no iluminara su rostro la alegría. Quiso parecer casi indiferente; quiso no llevar ese horrible uniforme y ser más alta, más guapa, más... Con oculta ilusión se subió al hermoso Sedán negro, acariciando la tapicería de cuero. La carretera les llevó, Gardel en la radio, a un bosquecillo perdido. Allí él empezó a abrazarla: le dijo que la amaba desde que la vio, que la quería como no había querido a nadie, que nunca jamás podría olvidarla. Ella lo escuchaba todo embelesada e incrédula. Se dejó hacer: él la desnudó lentamente y la deshizo a besos.
-Te quiero. le dijo la muchacha cuando todo hubo acabado.
-Y yo a ti. contestó él.
El filo se llevó por delante también la tapicería del Sedán negro, segando del cuerpecito desmadejado algo más que la vida.
Dicho por Santo at 22 de Diciembre 2003 a las 02:08 PM
Rayas ya, lo estás esquilmando. Al final leemos sólo el último párrafo a ver con qué comparas las puñaladas.
Escrito por el mas cabron a las 22 de Diciembre 2003 a las 02:54 PM