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5 de Abril del 2004

Barón de Munchausen II

El martes, después de mucho tiempo sin pasar por allí, volví al Harén. Esta tetería de Málaga se está convirtiendo cada día más en punto de encuentro de una especie de élite artístico-hippie de la ciudad. Siempre hay exposiciones de fotografía o pintura, y no hay cantautor o músico independiente no heavy de Málaga que no haya cantado allí.

En dos ocasiones he estado contratado allí como cuentacuentos. La primera vez me cogieron a ciegas, sin conocerme y sólo porque el de verdad no pudo venir el día que me ofrecí. Improvisé historias durante más de una hora y quedé contratado. Dos meses después lo dejé, y medio año más tarde me volvieron a llamar para hacer otra sustitución. Estuve otro par de meses con mis historias junto con una chica, Hannah, muy mona ella y muy buena contando cuentos. Cuando volvió el ausente regresé a mi puesto en el banquillo.

Tiempo después (de esto hace, quizá, un año) me enteré de que el cuentacuentos al que sustituí en varias ocasiones lo había dejado definitivamente, y ahora rondaba por allí todos los martes Nacho, un espontáneo al que yo mismo di paso de vez en cuando las últimas veces. Casualidades de la vida, Nacho era compañero de facultad y primo de un amigo. Así que el martes pasado cogí mis bártulos después de la clase de Lengua Árabe y bajé a la tetería.

Al final compartí escenario con el bueno de Nacho, y el dueño se acordó de que no me había llamado (la madre que lo parió) y me volvió a contratar. Así que, por tercera vez, vuelvo con los bolsillos llenos de palabras al Harén, todos los martes a las 20.30, mano a mano con Nacho. Este martes (con dos cojones) jugamos un barón de Munchausen en directo (remember: ejercicio de improvisación de historias), con el público muy atento a cada palabra nuestra. Ésta fue la historia que yo improvisé, transcrita más o menos fielmente.

penguin.jpg

Nacho dixit:

¡Estimado caballero! Recuerdo una historia que escuché de vos y me sorprendió gratamente. ¿Cómo fue vuestra visita al continente de los pingüinos morados!

Santo respondit:

¡Interesante historia, pardiez! Tanto así que será un auténtico placer relatárosla, querido amigo. Veréis, todo empezó cuando yo, tras salir escaldado del asunto del camello cojo y el sable de cristal que olía a pies (en el que vos tuvisteis parte protagonista, por cierto) me dirigí hacia el país de Cataplinolandia. Allí me disponía, por encargo de un oscuro personaje cuyo secreto he jurado guardar, a robarle el Cetro de Poder al rey Cataplín, lo que habría permitido a cualquiera ostentar el poder sobre los Cataplines.

Cruzar el reino sin ser espiado, atravesar la ciudad sin ser visto y penetrar en el palacio sin ser descubierto fue una tarea fácil para mí, acostumbrado a labores de espionaje del máximo peligro. Así entré, embozado y pisando cuidadosamente para no hacer ruido, en los aposentos del rey Cataplín. Dormía, el muy rufián, abrazado a su Cetro de Poder. Traté de deslizarlo de entre sus manos durmientes, pero lo tenía firmemente apretado. Intenté entonces llevármelo de un tirón, y hasta de varios, cada vez de mayor intensidad. El rey Cataplín no soltaba su Cetro; ni siquiera se despertaba. Entonces utilicé el método secreto que se ha transmitido de generación en generación en mi familia para abrir puertas cerradas y arrebatar objetos a quien se aferra a ellos: le planté el pie izquierdo en el pecho, agarré el Cetro con las dos manos y tiré con todas mis fuerzas.

Justo en ese momento entró la Guardia Real. Fui detenido y acusado del asesinato del monarca. Resultaba, querido amigo, que el motivo por el que ni soltaba el Cetro ni se despertaba era que el cadáver se veía ya aquejado por el rigor mortis.

En el juicio apelé a mi condición de extranjero, a la protección de mi rey, a la clemencia del jurado, a la falta de pruebas y a la madre que me parió. Finalmente sólo fui condenado al destierro y a no volver a pisar nunca jamás Cataplinolandia. Supongo que el verdadero asesino ya estaba satisfecho con los resultados y no quería más sangre que clamara venganza.

Así que me colocaron en una barca diminuta; tanto, que la cubierta tenía el tamaño de un taburete. Y además uno no muy grande. Y así yo, abrazado al palo y con la vela desplegada, surqué los helados mares de Cataplinolandia, país frío en una tierra muy al norte.

Durante días pasé hambre, sed y frío; en mis delirios febriles veía loros, ponies voladores y hasta gamusinos colorados. Cuando vi la tierra de color morado creí estar aún delirando; pero tomé tierra y vi que no era una alucinación. Había llegado a una extraña isla, un continente quizá, poblado de pingüinos de color morado.

En aquel momento recordé que un buen amigo mío se hallaba en un apuro monumental. Casado desde hacía treinta años con su mujer, llevaba lustros atormentado por una fantasía sexual que no podía consumar: deseaba sodomizar a su mujer. Pero le daba vergüenza confesárselo y sufría en silencio su martirio. Así que yo, iluminado por una súbita idea, abrí el compartimento secreto de mi barca, que era estrecha pero muy profunda y estaba especialmente acondicionada para cargar con pingüinos recién pescados (por algo Cataplinolandia es un país nórdico). Llené la bodega de pingüinos hasta los topes y navegué rumbo a mi tierra natal.

Allí llevé a cabo el plan en confabulación con mi amigo. Liberé a los pingüinos morados en su salón para que camparan a sus anchas, mientras su señora hacía las compras. Yo me escondí en un armario para vigilar el buen funcionamiento de mi plan, y mi amigo fue a su puesto, también escondido tras una puerta. En aquel momento cruzó la puerta su esposa. Paralizada por la sorpresa de tener el salón lleno de pingüinos morados, soltó la bolsa de la compra y llamó a su marido a gritos:

-¡Manolo, Manolo! ¿Qué hace el salón lleno de pingüinos morados?

Y mi amigo, según el plan, contestó:

-¡Qué pingüinos morados ni qué niño muerto? ¡Tú lo que quieres es que te dé por culo!

...Y visto que mi plan había llegado a buen puerto, me retiré discretamente mientras mi amigo consumaba de una vez la fantasía que tanto tormento le había causado.

Dicho por Santo at 5 de Abril 2004 a las 02:46 PM

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Comentarios: Barón de Munchausen II

¿¿¿PERO QUÉ PINGÜINO NI PINGÜINO???

XDDDDD...QUE HIJO **** CON ESTO YA TENEMOS PA REIRNOS OTROS DOS MESES, ADEMAS ES QUE AHORA SE LLEVAN LOS COLORES CANTOSOS, OSEA QUE ESTÁ BIEN ADAPTAO A LA REALIDAD ;)

Escrito por Jarry y Sonia a las 7 de Abril 2004 a las 09:53 PM
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