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15 de Diciembre del 2004

Historias de mi barrio IV

Antonio

En el viejo bar la cerveza es barata y los rincones cálidos, así que es allí donde nos juntamos gentes de muy distinto pelaje y condición: en la mesa junto a la puerta, dos árabes juegan a las damas y ríen cuando te sorprendes al ver que no entienden el ajedrez; en la que está más cerca de la barra tres señores de cierta edad remojan su corpulencia en un tintito (con tapa, por favor); en la de la esquina hay un par de punkis que fuman yerba y hablan de mujeres. Allí vamos también Delirio y yo a veces, porque nadie te pregunta quién eres ni te mira más que para darte las buenas tardes.

En aquella ocasión nos acompañaba Alejandro, aficionado desde hace años a gastar vasos conmigo mientras recordamos viejas anécdotas, arreglamos la res publica y resolvemos asuntos filológicos y de crítica artística, amén de enigmas ontológicos varios. Justamente cuando estábamos desmenuzando las mezquindades de la vida universitaria entró por la puerta un gitanillo de no más de seis años como un rabo de lagartija, tan moreno que le brillaban los ojos y los dientes al sonreír. Si no fuera porque rondaban ya las nueve de la noche, por los churretes de la cara juraría que acababa de merendar. Le acompañaba otro niño con algún año más que llevaba una cartulina grande y bolígrafos de colores. Paseándose por las mesas el gitanillo pedía que le compráramos un número para una rifa. El descaro y la gracia del niño me llevaron a rebuscar en mis bolsillos, y finalmente a pedir cambio en la barra. Mientras, los punkis ya habían encontrado una moneda.

-¿Quieres el 35? Toma, escribe ahí tu nombre - dijo el chiquillo cuando recibió el dinero.

-No, escríbelo tú, hombre, ¿encima de que me cobras me vas a dar trabajo? - respondieron entre risas los dos.

En aquel momento llegué yo y, tras pagar mi correspondiente euro, le señalé el 36 y le dije que apuntara mi nombre. El gitanillo nos miró a los tres, luego al bolígrafo, después a la cartulina, y al fin respondió:

-Es que no sé. No me sale bien.

-¿Que no sabes escribir? ¡Tienes que ir al colegio! - le regañamos, medio en broma medio en serio -. Bueno, no te preocupes. Yo me llamo Antonio. Te voy a enseñar cómo se escribe mi nombre.

Levantó los ojos y me miró muy fijamente; tras unos segundos de silencio, asintió despacio y se sentó en el suelo junto a la cartulina.

-Venga, estate atento que voy - empecé -. Imagina una montaña, ¿vale? Dibújala ahí. Ahora mira, la montaña está llena de nieve hasta la mitad: ponle la línea que marca hasta dónde llega la nieve. Eso es, así es la A. La siguiente letra, la N, son las vías de un tren que viene: dibújalas y une el punto de arriba de la izquierda con el de abajo de la derecha. Ya está, así - el niño me miraba y obedecía, siguiendo despacito mis instrucciones por el papel -. Ahora dibuja el bastón de un viejo: eso es la T. Muy bien, ¿ves como no es tan difícil? Ya llevas la mitad. La siguiente letra es la O y se dibuja como el círculo que haces con la boca para decirla. Después viene la N otra vez. La penúltima letra es como una flecha que vuela hacia arriba: la I - escribía laboriosamente, con pulso indeciso -. Y al final otra vez la O. ¡Muy bien! Ya está.

El chiquillo se levantó de un salto muy contento y nos miró sonriendo. Entonces se asomó por encima de la barra la camarera y, con los brazos en jarras y tono de enfado fingido llamó al niño:

-¡Ya vale de molestar a los clientes! ¡Vete a casa, Antonio!

Los dos pequeños rieron, cogieron la cartulina y se fueron a la carrera. Yo vi, congelado, cómo el gitanillo se detuvo antes de salir y me miró un instante. En esta España del siglo XXI yo acababa de enseñar a un niño a escribir su propio nombre. "La A, como una montaña nevada; la N, las vías del tren que viene; la T..."

Lee las otras Historias de mi barrio:
Orden
El árbol
La siesta
Luz de guitarras

Actualizado jueves 16: cuento también publicado en Nuestralia.

Dicho por Santo at 15 de Diciembre 2004 a las 03:55 PM

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Comentarios: Historias de mi barrio IV

oi oi oi que falso!! con el rollo de "las historias de tu barrio" te traes un chauvinismo... si eso fue en el centro!! que poca vergüenza quitarle al centro el poco carisma que le queda.
Por lo demás, te diría que es una historia preciosa si no la hubiese visto con mis propios ojos...

Escrito por Delirio a las 16 de Diciembre 2004 a las 11:44 PM

Pero qué manía tenéis de venir a chafarme mis historias con la dichosa realidad...

Escrito por Santo a las 17 de Diciembre 2004 a las 01:34 PM

Pero bueno, que forma mas descarada de ahorrate trabajo eso que es de poner en 2 sitios distintos la misma historia... si ej que...ya no hay escritores como los de antes :P

Escrito por Pablo a las 19 de Diciembre 2004 a las 12:57 AM

Bueno, es una historia real, y qué, podría no serla :P

Además, esto creará escuela, en cuanto ocurra algún suceso normal (por lo anormal, aquí en mi pueblo) por mis alrededores, escribiré una "Historia del barrio* de Antonio" ^^

*No confundir con Cine de Barrio (ya sé, es mucho pedir :P)

Bromas aparte, a mí me ha gustado bastante aunque lo veía venir. ¿Tal vez cambiando el título? No estoy seguro, creo que de todas maneras lo habría sabido antes de leerlo. De cualquier forma, no creo que el sorprender a toda costa fuera tu objetivo, y la historia tiene su valor como tal.

Un saludo. Jose Brox

Escrito por Jose Brox a las 4 de Enero 2005 a las 11:25 PM

Para estas "Historias" no es importante que haya ocurrido o no en mi barrio; lo importante es que podría ocurrir. Más aún: lo realmente importante es que, cuando uno lo lea, piense que podría ocurrir en cualquier parte, en su calle, en el barrio donde nació, en el lugar donde trabaja. Y si no puede ocurrir, que desee que ocurra.

Y por supuesto la sorpresa, aunque siempre está bien, no es el objetivo. :)

Escrito por Santo a las 6 de Enero 2005 a las 07:37 PM
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