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29 de Septiembre del 2004

Cinco minutos II

Jaque mate

In memoriam

El chico colocó el tablero de ajedrez como cada tarde y desplegó las piezas una a una. Se sentó a esperar mientras acariciaba la melena de madera, vieja y tosca, del caballo negro. El abuelo llegó un rato después, con las gafas caladas y el cigarro encendido. Ocupó su puesto con tranquilidad y se tomó su tiempo en mirar el tablero, beber un trago de vino y aspirar algo más de humo blanco. Al fin, estiró la mano para mover.

-Caballo de flanco de rey a alfil.
-Ya empezamos, abuelo...
-Así, igual algún día aprendes a defenderte de los caballos.
-Vale, vale. Pero yo también sé dar la vara como tú – afirmó mientras sonreía y realizaba el mismo movimiento que su contrincante.
-Vaya, me ha salido graciosete el niño. Te tengo dicho que respetes las canas, zángano, que eres un zángano. Flanco de reina, peón de alfil a cuatro.
-Pero si tú no tienes canas, abuelo. Estás calvo.
-La madre que te parió...
-En la cocina está, con la abuela. Peón de alfil a tres.
-¿Qué peón? Tienes que señalar el flanco.
-El del caballo que he movido antes. Perdón, estaba despistado.
-Vale, vale, pero estate atento. ¿Cómo llevas el libro que te presté?
-Es buenísimo, abuelo. No había leído nada de César Vallejo y me está gustando mucho. Moriré en un París con aguacero...
-...un día del que tengo ya el recuerdo. Caballo a alfil tres.
-¿Y tú no señalas el flanco?
-Aprende a mirar, chico. Sólo uno de los dos caballos puede desplazarse a una columna de alfil. Mejor abreviar.
-Ya, claro. Mejor abreviar... Cuando eres tú el que abrevia. A mí no me dejas.
-Eso es porque yo lo hago por no hablar y tú por no pensar. No es lo mismo.
-Lo que tú digas, pero a partir de ahora abrevio yo también. Alfil a caballo dos.
-Peón de reina a cuatro. No me digas que has movido tantas piezas para enrocar...
-Efectivamente. Enroque corto.
-Ay, muchacho, muchacho; espero que tengas una buena estrategia, porque la mía es excelente.

*****

-Caray, chico, mucho mejor. Te has recuperado de haber perdido la reina. A ver si... Rey a alfil uno.
-Lo tenía pensado. Caballo a caballo tres, jaque.
-Ya empezamos. ¿Qué buscas, tablas por rey ahogado? Rey a caballo uno.
-La verdad es que no. Torre a caballo dos.

El abuelo movió la pieza que su nieto le había indicado y quedó observando el tablero varios minutos. Miró al chico a los ojos. Había un brillo de triunfo disimulado tras sus pupilas: jaque mate. El primero desde que le había enseñado a jugar. El viejo no dijo nada: tumbó el rey y estrechó la mano del muchacho; aún sin hablar, entró en la cocina y encendió un cigarro más.

*****

El muchacho colocó otra vez el tablero y dispuso las piezas. Se sentó a leer mientras esperaba. Cuando el viejo cruzó la puerta y llegó hasta el salón donde él estaba, le preguntó:

-¿Qué, abuelo? ¿Jugamos?

Él no dijo nada. En silencio se dirigió a la mesa del ajedrez, y miró las conocidas figuras durante un rato, mesándose la barba de cuatro días. Alargó la mano derecha y tumbó el rey; su nieto no dijo nada, pero había sorpresa en sus ojos. Él, con mirada indescifrable y cara de esfinge, se fue a la cocina y encendió un cigarro.

Allí pudo sonreír a gusto con ternura sin que el impertinente del niño lo viera.

Posted by Santo at 5:50 PM | Comments (4)

27 de Septiembre del 2004

Críos

Estoy un poco obtuso, sin muchas ganas de escribir y con la cabeza puesta en muchas cosas (como el próximo concierto de La V Columna en la tetería el Harem, el jueves 7 de octubre a las 20.00, ejem ejem). Así que me voy a permitir una maniobra un poco cutre: la del copy & paste, en este caso de un email que he recibido de Manu. A disfrutarlo.

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Este correo está dedicado a las personas que nacieron entre 1970 y
1985 (y antes).

¡La verdad es que no sé cómo hemos podido sobrevivir a nuestra
infancia! Mirando atrás es difícil creer que estemos vivos en la España de antes:
Nosotros viajábamos en coches sin cinturones de seguridad traseros, sin sillitas especiales y sin air-bag, hacíamos viajes de 10-12h con cinco personas en un 600 o en un Renault 4 y no sufríamos el síndrome de la clase turista. No tuvimos puertas con protecciones, armarios o frascos de medicinas con tapa a prueba de niños.

Andábamos en bicicleta sin casco, ni protectores para rodillas ni codos. Los columpios eran de metal y con esquinas en pico, y jugábamos a "lo que hace la madre hacen los hijos", esto es a ver quien era el mas bestia. Pasábamos horas construyendo nuestros "vehículos" con trozos de rodamientos para bajar por las cuestas y sólo entonces descubríamos que nos habíamos olvidado de los frenos. Después de chocar con algún árbol, aprendimos a resolver el problema.
Jugábamos a "churro va" y al pañuelo y nadie sufrió hernias ni dislocaciones vertebrales.

Salíamos de casa por la mañana, jugábamos todo el día, y solo volvíamos cuando se encendían las luces de la calle. Nadie podía localizarnos. Eso sí, nos buscábamos maderas en los contenedores o donde fuera y hacíamos una caseta para pasar alli el rato. No había móviles.

Nos rompíamos los huesos y los dientes y no había ninguna ley para castigar a los culpables. Nos abríamos la cabeza jugando a guerra de piedras y no pasaba nada, eran cosas de niños y se curaban con mercromina (roja) y unos puntos y al día siguiente todos contentos. La mitad de los compañeros de clase tenía la barbilla rota o algún diente mellado, o alguna pedrada en la cabeza...

Tuvimos peleas y nos partíamos la cara unos a otros y aprendimos a superarlo.
Íbamos a clase cargados de libros y cuadernos, todo metido en una mochila que, rara vez, tenía refuerzo para los hombros, ¡ni mucho menos, ruedas!Comíamos dulces y bebíamos refrescos, pero no éramos obesos. Si acaso alguno era gordo y punto.

Estábamos siempre al aire libre, corriendo y jugando. Compartimos botellas de refrescos y nadie se contagió de nada. Sólo nos contagiábamos los piojos en el cole, cosa que nuestras madres arreglaban lavándonos la cabeza con vinagre caliente.

No tuvimos Playstations, Nintendo 64, vídeo juegos, 99 canales de televisión, películas en vídeo, sonido surround, móviles, ordenadores e Internet, pero nos lo pasábamos de lo lindo tirándonos globos llenos de agua y arrastrandonos por los suelos destrozando la ropa.

Nosotros sí tuvimos amigos. Quedábamos con ellos y salíamos. O ni siquiera quedábamos, salíamos a la calle y allí nos encontrábamos y jugábamos a las chapas, a la peonza, a las canicas, a la lima, al rescate... En fin, tecnología punta...

Íbamos en bici o andando hasta su casa y llamábamos a la puerta. ¡Imagínense!, sin pedir permiso a los padres, ¡nosotros solos, allá fuera, en el mundo cruel! !Sin ningún responsable! ¿Cómo lo conseguimos?

Hicimos juegos con palos, botellas y balones de fútbol improvisados, y comimos pipas y, aunque nos dijeron que pasaría, nunca nos crecieron en la tripa ni tuvieron que operarnos para sacarlas. Bebíamos agua directamente del grifo de las fuentes de los parques, agua sin embotellar, ¡donde chupaban los perros!

Íbamos a cazar lagartijas y pájaros con la ,escopeta de perdigones o con el tirawebos, antes de ser mayores de edad y sin adultos, ¡DIOS MÍO!

En los juegos de la escuela, no todos participaban en los equipos. Los que no lo hacían, tuvieron que aprender a lidiar con la decepción. Algunos estudiantes no eran tan inteligentes como otros y repitieron curso. ¡Que horror, no inventaban exámenes extra! Y ligábamos con las chicas persiguiéndolas para tocarlas el culo y jugando a beso, verdad y atrevimiento, no en un chat diciendo :) :D :P

Éramos responsables de nuestras acciones y arreábamos con las consecuencias. No había nadie para resolver eso. La idea de un padre protegiéndonos, si trasgredíamos alguna ley, era inadmisible, si acaso nos soltaban un guantazo o un zapatillazo y te callabas.

Tuvimos libertad, fracaso, éxito y responsabilidad, y aprendimos a crecer con todo ello.

(NOTA: Luego viene un párrafo final en plan "pasa esto a tus amigos para que esos niñatos de ahora sin respeto ni educación aprendan antes de que se carguen nuestro munto", que me niego a poner porque eso mismo llevan diciendo los viejos de la juventud desde hace miles de años, y me niego a hacerme viejo de esa forma tan triste).

Posted by Santo at 4:02 PM | Comments (4)

26 de Septiembre del 2004

Parecidos razonables

Disfrutad este post crossover, fruto de una colaboración especial entre Delirio y yo.

Posted by Santo at 4:03 PM | Comments (0)

21 de Septiembre del 2004

Interraíl: a different way of life

Bueno, pues aquí estoy de vuelta. Las últimas 24 horas las he pasado en un tren (menos una hora, de 7 a 8 de la mañana, de transbordo), volviendo de París a Málaga (cambiando de trenes en Irún y Madrid). No voy a prometer una crónica del viaje porque seguramente no sea capaz de escribirla. Nos han pasado tantísimas cosas (la gran mayoría buenas, alguna que otra mala también) que me temo que se haría larguísimo, y tampoco quiero aburrir al público respetable.

Sólo eso: un saludo a todos, muchas gracias por su paciencia y perdón por las disculpas. En un día o dos vuelvo a la carga. Supongo.

Posted by Santo at 1:19 PM | Comments (2)

11 de Septiembre del 2004

Interraíl

Buenas noches a todos. Mañana por la mañana me voy de Interraíl. Países Bajos, Bélgica, Francia. Quizá deje alguna crónica por aquí estos días. Volveré más o menos el 22 de Septiembre.

Un abrazo a todos, y mucha suerte.

Posted by Santo at 12:14 AM | Comments (5)

6 de Septiembre del 2004

Artista invitado III

Una vez más, cedo la palabra a mi amigo, Ale Díaz, que me ha honrado regalándome un soneto (a mí y a Alfredo; los tres, aunque ahora menos que antes, compañeros habituales de humo, vino y poesía). Perdóname la osadía tú a mí, Ale, por desmerecer tus versos al colocarlos junto a los míos.

Perdonen la osadía

A Antonio y Alfredo, por compartir conmigo noches de tormenta, música,
risas, versos, tristeza... y poesía.

Caminantes de sendas homicidas,
vivimos como sombras penitentes.
Esclavos con anillos de perdida,
pernoctamos en antros indecentes.

Corsarios sin espadas ni patentes,
defendemos los mares de la vida.
Estrellas de universos diferentes,
desprendemos la misma luz suicida.

Son nuestra patria versos desdichados
que habitan, como lágrimas impías,
tristezas de un silencio trasnochado.

Aunque truene (perdonen la osadía),
no deseamos cielos despejados:
aún ha de llovernos poesía.

Ale Díaz

Posted by Santo at 12:54 PM | Comments (2)