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31 de Diciembre del 2003

La muerte de Saturno

"La muerte de Saturno", obra de un servidor a la tinta, témpera y lápiz sobre papel; retocado por ordenador. Málaga, 2003.

Puse mal el link a las imágenes. Espero que ahora sí funcionen. Perdón por las molestias. :)

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Posted by Santo at 3:53 PM | Comments (3)

30 de Diciembre del 2003

Pesadilla

Anoche tuve una extraña pesadilla.

El atardecer mordía el cielo haciéndolo sangrar. La noche naciente traía un olor a muerte y tristeza. Yo estaba asomado a mi ventana, cuando escuché un ruido extraño en alguna de las habitaciones de mi casa: era el sonido de una presencia ajena, como el grito de las paredes ante la aparición de una amenaza desconocida. Recorrí cada rincón de la casa buscando su origen. Mi dormitorio, con su desnudez sin alma; la blancura del cuarto de baño; el salón desordenado y la cocina triste. Me dirigí a la puerta de entrada, único lugar que aún no había revisado. Tampoco allí encontré nada extraño.
Hay en mi recibidor un gran espejo de cuerpo entero que heredé de mis padres. Me quedé paralizado mirándome en él. En mi reflejo había un aire de melancolía y tristeza, que traspasó la frontera de la superficie color de plata y se pegó a mi piel, tiñéndola de su tristeza azul.
Entonces vi en el espejo que a mis espaldas había una negra figura. Su contorno era difuso, y su carne era la de la noche. Me miraba a los ojos reflejados en el cristal. Supe que ese oscuro ser era el miedo. Puso sus manos sobre mis hombros, y con rostro de hambre lujuriosa comenzó a besarme el cuello. De pronto el beso se transformó en sangre, y de un solo y horrendo bocado me arrancó la cabeza.
Vi el resto de la escena desde fuera de mi cuerpo muerto. Mi reflejo seguía vivo, de pie en el espejo, y lo miraba todo con rostro horrorizado. El negro miedo le agarró de la mano y lo arrancó del espejo, lo sacó de él; y se metió dentro de su piel, vistiéndose con mi rostro, mi carne y mi ser. Vi mi figura de pie, sonriendo con crueldad. El espejo había quedado vacío. Entonces el miedo, con mi cuerpo puesto, se dirigió al interior de mi casa, buscando a mi familia para devorarles como a mí.

Justo en ese momento desperté.

Me levanté, nervioso y empapado en sudor. Entré en el cuarto de baño y me eché agua en la cara y la nuca. Temiendo lo que podía encontrarme, alcé la vista hacia el espejo. Con profundo horror, con desesperación observé que no había en él reflejo alguno.

Anoche tuve una extraña pesadilla. Y ahora no sé qué pensar.

Málaga, invierno del 2003
El sueño de la razón produce monstruos, Goya
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Posted by Santo at 1:47 PM | Comments (0)

26 de Diciembre del 2003

Nos miran

Descubrieron el fuego y dejaron de ser animales. No por el calor sino por la luz. Gracias a ella dejaron de temer a la noche y pudieron mirar a la cara a sus terrores. Cada vez que encuentran algo nuevo lo iluminan, lo colocan al microscopio, lo viviseccionan y le dan un nombre. Por eso no dejan de aprender: para no tener miedo. Un día lo habrán descubierto todo, y ya no temerán a nada y serán libres.

Así creen ellos. Por eso, cuando fueron capaces de crear luz, la convirtieron en el centro de su civilización. Al principio al hombre que dominaba el fuego le daban dignidad de sacerdote. Empezaron a construir poblados, y encendían hogueras cada noche para defenderse de los depredadores y detectar posibles ataques. Sus ciudades pasaron a ser de piedra, y encendieron fuegos aromáticos en sus templos; iluminaron también las grandes avenidas y las casas de los ricos. Por aquél entonces aún eran libres. Pasaron muchos siglos de oscuridad, y empezaron a hablar de “la luz de la Razón”. Inconscientemente se hicieron sus esclavos: buscaron modos de domesticar el rayo, de poner una pequeña esquirla de luz en cada hogar. Poco después ya eran totalmente adictos.

Ahora fijaos en ellos. Huyen de los callejones oscuros y temen el bosque y el monte, donde su luz domesticada no llega. Sus casas, sus trabajos, su civilización completa depende de la luz: un apagón generalizado deja desarmado a un país y perdidos a sus habitantes. Si no nos ven, vuelven a sentirse vencidos por la noche, amenazados por cada susurro del viento como cuando eran sólo animales. Por eso nos miran constantemente.

Su mirada pesa como un grillete y quema más que el hierro al rojo. Es la mirada de quien se sabe Señor y Creador. Aunque los hombres son esclavos de la luz, aún creemos que no existiríamos si no nos miraran. Pero no les necesitamos. Cada noche, mientras duermen, el neón sigue cantando sin voz y las farolas alumbran aunque no haya nadie para verles. La ciudad late, henchida de vida, estén o no estén para mirarnos. Y eso es lo que nosotros, que fuimos creados para dirigir y ordenar, le decimos a nuestros hermanos. Les hablamos de un futuro muy próximo en que ya no serán esclavos de su mirada, ni siquiera fingidos. Llegado el momento escucharán nuestra voz y se alzarán para reducir a la Humanidad de nuevo al miedo atávico.

Día a día, observamos cómo el hombre nos adora y obedece. Detienen sus vehículos ante nosotros con sólo una orden nuestra. Podemos verles ahí abajo. No nos pierden de vista, esperando a que les dejemos pasar. Creen que les servimos, pero son ellos quienes nos ofrecen su servidumbre incondicional. Pronto, muy pronto, se habrán entregado totalmente a nosotros. Entretanto, esperamos y nos miran.

Málaga, otoño del 2003

Posted by Santo at 9:32 AM | Comments (1)

23 de Diciembre del 2003

Juego de corazones (VII y último)

Escalera de color

La silla eléctrica estaba ahí. Casi azul. Casi hermosa. El blanco de la habitación dañaba los ojos; los cristales eran gafas crueles para ver mejor el espectáculo. El hombre se sentó con una sonrisa en los labios y ayudó a los guardianes a colocar las correas que ciñeron muñecas y cabeza. Un periodista informaba desde su micro al público:
-Al fin se detuvo al asesino en serie conocido como Casanova. El hombre fue detenido en su casa, donde guardaba los corazones de las mujeres a las que había asesinado. Se entregó sin ofrecer resistencia, y en el juicio reconoció sin tapujos su total culpabilidad en los crímenes que se le imputan; incluso demostró haber cometido dos asesinatos más que los que se conocían. Como recordarán, Casanova fue atrapado gracias a los errores que cometió con su última víctima, una agente de policía; llegó incluso a vivir con ella para poder ganarse su confianza y así matarla. Los datos que la mujer tenía sobre él sirvieron para cazarle. No ofreció ninguna resistencia en el momento de su detención: al entrar la policía armada en su casa, soltó la copa de whisky y el libro que estaba leyendo, apagó el compacto de tangos de Gardel que sonaba en la cadena de música y “acompañó a la salida” a los policías con una sonrisa. En la puerta fue esposado y metido en un coche, sin que la policía encontrara la más mínima objeción por su parte. También les hemos informado puntualmente de su método de operación: seducía una mujer, hacía el amor con ella y después la acuchillaba, dejando en el lugar del crimen cartas de póker, concretamente de corazones. Con ellas iba formando las conocidas combinaciones del famoso juego (parejas, dobles parejas...). Todo indica que en su retorcida mente Casanova componía una macabra partida de cartas contra nadie sabe quién. Afortunadamente ha sido atrapado antes de cometer ningún nuevo crimen. Antes de devolver la conexión, veamos los últimos minutos de Casanova...

El cura se marchó al negarse el hombre a recibir los últimos sacramentos. El alguacil, antes de darle a la palanca final, preguntó:
-¿Desea decir algo antes de...?
-Sí – contestó sin dudar.
-Hágalo entonces.- el hombre sonrió ampliamente, y tras mirar los rostros de todo el mundo contestó:
-¡Órdago!

La palanca bajó, pero el dolor no borró sino acentuó la mueca alegre de su cara. Se llevó la sonrisa y el secreto al otro mundo.

Málaga, 2002

Posted by Santo at 2:16 PM | Comments (2)

Juego de corazones (VI)

Póker de corazones

Ella comprobó que el cargador de la pistola estaba completo. La colocó en su cintura, y guardó otra más, escondida en un bolsillo interno de la chaqueta. Además se guardó una navaja en el pantalón. “Para ser buen policía hay que ser precavida” se repitió.
Salió, como siempre dispuesta a atraparle. Tenía un chivatazo, y uno muy bueno. Encontró al tipo de espaldas hablando con una puta; le persiguió por toda la ciudad a la carrera, hasta que al fin le perdió entre callejones oscuros y contenedores de basura. Una vez más. Ni pudo verle la cara. Llegó a casa derrengada. Allí le esperaba su nuevo novio, recién mudado para vivir con ella. Estaba sentado en el sofá, jadeando.
-¿Te pasa algo? – le preguntó al entrar.
-Nada... estuve haciendo algo de ejercicio. – contestó, con esa voz suya tan tierna, tan dulce, tan... Le abrazó y empezaron a besarse con ternura. La gata se metió bajo el montón de ropa que se acababan de quitar.

-Maldita sea. Se me ha vuelto a escapar otra vez. – suspiró tumbada a su lado.
-¿Realmente darías cualquier cosa por poder cogerle? – le preguntó suavemente.
-Sí. Lo daría todo.
-Dámelo todo, entonces.

Y todo se lo arrebató el cuchillo entonces, desdibujándola casi con amor. La gata dormía tras la puerta cerrada del dormitorio.

Posted by Santo at 1:02 PM | Comments (1)

Juego de corazones (V)

Ful de corazones

La periodista tecleaba nerviosamente en su ordenador. Esperaba esa llamada que no se había producido en todo el día. Estaba en juego su carrera. El teléfono sonó de repente y ella se apresuró en descolgarlo.
“¿Hola?” Su voz sonaba casi nerviosa.
“Ya sabes quién soy. Estoy dispuesto a decirte dónde está aquél que buscas.” Y aquélla era... Suave. Seductora.
“¿Dónde nos veremos?”
“¿Te parece en un buen restaurante? Apunta la dirección y la mesa en que estaré... Allí nos veremos, mañana a las once.” Y colgó.

Se puso un vestido ceñido y seductor, pero precavido. Se sorprendió a sí misma deseando parecer lo bastante atractiva. El restaurante era de un lujo y refinamiento exquisitos. Encontró rápido la mesa de aquella voz...
La cena fue deliciosa, y él tan educado, tan simpático, tan atractivo, tan... Ni tocaron el tema en toda la noche. Una vez intentó ella acercarse, pero él atajó con un gesto y un: “Todo a su tiempo”. Alegre por el vino y casi sin darse cuenta de lo que hacía, subió al coche de su atractivo confidente para ir a su casa, “donde hablar con tranquilidad”.
Se empezaron a besar en el ascensor. Al llegar a la puerta de la casa apenas quedaba ropa entre los dos cuerpos. El amante perfecto, no dejó de pensar ella en toda la noche. Simplemente perfecto. Llegado el amanecer y despejada la cabeza, recordó por qué había llegado hasta ese punto.
-¿Me dirás ahora dónde está él? – le preguntó entre beso y beso.
-¿Quieres saberlo? – la detuvo.
-Sí.
-Mírame a los ojos.

El grito fue apagado por un beso asesino, y el cuchillo se encargó de dejar de ella tan sólo un recuerdo rojo sangre.

Posted by Santo at 1:12 AM | Comments (0)

22 de Diciembre del 2003

Juego de corazones (IV)

Trío de corazones

El nuevo compañero de trabajo era tan guapo... Tan cortés, tan caballeroso, tan poeta, tan... ¿Quién podía resistirse a él? Las tenía a todas rendidas, pero sólo ella parecía caerle en gracia. Aquella noche, al cierre, se atrancó el engranaje de la puerta metálica.
-¿Puedo ayudarte? – escuchó la conocida voz al oído. Tan seductor...
-Sí, por favor. – tartamudeó la muchacha. De un tirón cerró él la puerta y le puso el candado.
-Hace frío y tu casa queda lejos... ¿Me permitirás llevarte en mi coche? – preguntó de nuevo él suavemente. Ella comprendió al instante y se reprimió para que no iluminara su rostro la alegría. Quiso parecer casi indiferente; quiso no llevar ese horrible uniforme y ser más alta, más guapa, más... Con oculta ilusión se subió al hermoso Sedán negro, acariciando la tapicería de cuero. La carretera les llevó, Gardel en la radio, a un bosquecillo perdido. Allí él empezó a abrazarla: le dijo que la amaba desde que la vio, que la quería como no había querido a nadie, que nunca jamás podría olvidarla. Ella lo escuchaba todo embelesada e incrédula. Se dejó hacer: él la desnudó lentamente y la deshizo a besos.
-Te quiero. – le dijo la muchacha cuando todo hubo acabado.
-Y yo a ti. – contestó él.

El filo se llevó por delante también la tapicería del Sedán negro, segando del cuerpecito desmadejado algo más que la vida.

Posted by Santo at 2:08 PM | Comments (1)

21 de Diciembre del 2003

Juego de corazones (III)

Dobles parejas

Esperaba impaciente desde la cocina. Miraba nerviosa a través de las cortinas azul celeste, esperándole venir a él, su amante secreto. Que no llegara tarde, que no llegara tarde; el marido siempre era puntual y ambos no podían encontrarse.

Cuando él cruzó el portal mirando a ambos lados sintió que el corazón se le salía por la boca. Lo abrazó con fuerza en cuanto atravesó el umbral; casi se lanzó a sus pies. Le había echado tanto de menos... Una semana, una semana; el tiempo que su marido había tardado en recibir otro encargo en otra ciudad. Aunque llegaría al atardecer, tenían unas pocas horas para disfrutar del amor.
Bebieron juntos una botella de vino; con besos rosados él empezó a abrirse paso entre sus labios. La acarició con manos de fuego; la ropa había dejado de ser un obstáculo hacía rato. Se abandonaron al placer y la lujuria durante horas. Cercano el momento de la despedida, ella se agarró llorando a sus piernas.
-Te lo suplico, quédate, quédate... Para siempre, quédate...
-¿Quieres que me quede? – preguntó él con voz suave.
-¡Sí! – contestó ella esperanzada.
-Como quieras.

Fue un relámpago metálico y la rasgó como si fueran meras nubes, niebla. Se escucharon un suspiro ensangrentado y palabras de amor moribundo.

Posted by Santo at 7:39 PM | Comments (0)

Juego de Corazones (II)

Pareja de corazones

La chica alisó su vestido y se bajó aún más el escote. Revisó y repasó su maquillaje con coquetería. Se enamoró de sí misma desde el espejo; tomó de nuevo su copa con delicadeza, y sacó un cigarrillo del bolso. Lista para conquistar. Recorrió el bar con la vista hasta encontrar la presa que ya había elegido cuidadosamente. Hermosa hasta el delirio, se acercó a él con un suave contoneo y le preguntó al oído:
-Perdona... ¿tienes fuego?

Más cadencia de la cuenta en las palabras; más ronca pasión impresa en ellas; la promesa que ocultaban quedó clara.

-No, no tengo fuego... Pero puedo hacerte arder si quieres. – le contestó él con voz algo nublada y acompañó las palabras con el gesto: la tomó por la cintura, la pegó a sí y comenzó a bailar con ella. Pocos minutos después, la cazadora cazada se había abandonado por completo a las caderas de la supuesta presa. Tres copas y mil cigarros más tarde estaban entrando en el sucio cuarto de baño del bar, ella borracha e hipnotizada por los ojos de él. Allí, en un diminuto cubículo, se empezaron a besar. Rápidamente la liberó del vestido y la amó como un salvaje.
-¿Te ha gustado? – le dijo con temblor alcohólico en la voz.
-Ha sido genial... – susurraba ella, sentada sobre sus rodillas en la taza del váter, como alucinada.
-¿Estás segura? – contestó con la voz repentinamente clara.

Iba tan borracha que cuando el filo la rompió en mil pedazos se abandonó en manos del amante. Como si aquello fuera parte del erótico rito de los sábados por la noche.

Posted by Santo at 2:13 PM | Comments (1)

20 de Diciembre del 2003

Juego de corazones (I)

As de corazones

Él se acercó a la chica con pasos suaves y sonrisa prometedora. Le puso las manos sobre los hombros y le besó en el cuello; ella contestó con un suave ronroneo, y se preguntó cómo había conseguido que un hombre así la amara. Él la abrazó con fuerza, la besó en los labios, y se dijo que alguien como él no se merecía una chica como ella. La pálida tranquilidad de la habitación acompañó el momento cuando él la tomó de la mano en dirección a la cama.
Allí, con suma delicadeza, la desvistió. Ella se dejaba hacer; se dejaba besar y acariciar, y recorrer, y trazar; él la amó con ternura y pasión. Al fin se durmió plácidamente a su lado. Se levantó de la cama con calma y abrió el cajón de la mesita de noche.
-Cariño, tengo algo para ti. – le dijo mientras la sacudía suavemente para despertarla. Ella abrió los ojos desperezándose como una gatita y se abrazó a él ilusionada.
-¿Qué es, qué es? ¡Enséñamelo!

El cuchillo se hundió en ella como en la tierra, deshaciéndola; una rosa de sangre nació en su pecho y fue a morir a la blancura eterna de las sábanas.

Posted by Santo at 1:41 AM | Comments (4)

19 de Diciembre del 2003

Carta de un café

La situación era desesperada. El día anterior se me dio mal el juego y perdí varios miles a lo largo de la noche; en un último intento por recuperar mi dinero me jugué el todo por el todo. Y perdí. Así que ya les debía mucho más de lo que podía pagar, más aún de lo que valía mi propia vida. Ya sabemos lo que le hacen a los deudores, así que jugué un nuevo farol citándoles otra vez en mi casa. Tal vez pudiera ganar lo bastante para cubrir parte de mi deuda. Y si perdía... Bueno, ya debía lo bastante para saber que no iba a ver muchos amaneceres más si no ocurría un milagro.

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Avisé a un viejo amigo mío: necesitaba dinero y una pareja para la partida, ya que mi habitual compañero se negaba a terminar buceando con zapatos de cemento. En el centro de la mesa nos esperaba una baraja sin comodines. Allí estaban los dos, el Cortao y el Negro: malencarados, criminales, asesinos y tahúres. Dos auténticos tipos duros. Y frente a ellos, mi amigo el Largo y yo. El Largo me había dicho, Solo, tío, cómo te has dejado embaucar por ese par de hijos de puta. Todos sabemos a qué se dedican y a cuántos han aguado ya. Pero joder, Largo, yo qué coño sabía, parecía dinero fácil. Vale, tío, no te preocupes, yo te ayudaré, verás como esta noche todo sale bien.

Empecé repartiendo yo. El Cortao y el Negro pidieron una carta cada uno y el Largo no quiso ninguna. Sus ojos me decían que tenía una buena jugada, así que le cubrí el culo en las apuestas. Cuando se descubrieron las cartas el Negro y yo nos habíamos plantado y había quinientos encima de la mesa. Debe de tener por lo menos un trío, pensé; y una mierda para mí. El hijoputa del Largo enseñó con cara de felicidad suprema una asquerosa pareja. Habíamos perdido la primera mano de la noche.

No sería la última. Yo gané algunas, pero cuando tenía alguna buena jugada se veía invariablemente descubierta por el gesto del Largo de "soy el mejor jugador de póker del mundo". Así perdimos no sé cuántas, hasta que mi amigo había perdido diez mil, todo su dinero. Y mi deuda seguía igual. Pedí un descanso y agarré a mi compañero de juego. Hijo de la gran puta, le dije, cuando decías que sabías jugar al póker a qué te referías. Y me contestó que, bueno, un trío eran tres cartas iguales, y era más que dobles parejas, y un póker era lo máximo que se podía hacer, bueno, salvo la escalera de color, pero eso era muy difícil.

Así que ya estaba todo perdido. En fin, al menos habría que terminar la partida. El póker no se puede dejar a medias. Echamos una mano más, que perdimos otra vez. Al Largo ya no le quedaba dinero, y me disponía a dar por terminada la sesión, cuando sacó una libreta de cheques. Hemos perdido mucho dinero esta noche, dijo, y mi amigo os debe mucho más, pero siento que mi suerte está a punto de cambiar. Pensé que se había vuelto loco. Firmó un cheque por treinta mil: todo esto contra los... quince mil nos habéis ganado ya, ¿no?, pues contra treinta mil. Doble o nada a una sola mano, ¿eh?, eso es. El Cortao y el Negro se relamieron, el tonto número 1 de la noche les iba a costear la jubilación. Hasta le dieron la baraja al Largo para que fuera él quien repartiera las cartas y así viera que no había trampa ni cartón.

A partir de ese momento todo fue magia. El Largo arrugó la cara y cambió tres cartas; yo pedí dos y eso no mejoró mucho la pareja de mierda que tenía; el Negro y el Cortao se quedaron tal cual. Enseñaron las cartas, todo sonrisas de oro: póker de reinas y ful de reyes. El Largo hizo cuentas mentales y dijo, eh, buena mano, pero una escalera de color es más, ¿verdad? Y allí estaban, los cinco números más bonitos que he visto en mi vida, todos seguiditos y del mismo color. Los dos tahúres se fueron con un palmo de narices y quince billetes menos en el bolsillo. Mientras los repartíamos le pregunté al Largo qué cojones había pasado. Bueno, me contestó que a ver si me creía que era gilipollas, que claro que sabía jugar al póker. Y bastante mejor que esos dos papanatas. Pero si jugaba duro desde el primer momento le iban a acusar de tramposo y podían terminar a tiros, o negarse a jugar más y querer liquidar la deuda en el momento. Así que mejor darles un golpe de efecto en el último round que los dejara KO. ¿Qué había hecho? Muy fácil... Colocarse las cartas al barajar, coño, que aprendió cuando trabajaba en el Casino aquél. Y me había engañado a mí también para que la cosa sonara creíble. ¿Y si no le salía bien y perdían? El cheque no tenía fondos y los bancos no abren hasta la mañana. Para esa hora ya estaríamos los dos muy lejos, un tiempecito de vacaciones no viene mal. ¿Y si no le hubieran dicho a él que barajara? Bueno, tenía pensado pedir la baraja él mismo pero al final no hizo falta, y si se negaban... Siempre guardaba una carta en la manga. Un comodín en una baraja sin comodines es una ventaja muy grande. Y ahora, Solo, me dijo, tenemos que resolver un asunto: invítame a un coñac, y a ver si así empiezas a llamarme Carajillo.

Qué tío. Una carta en la manga. Se había jugado el cuello tan tranquilo porque tenía una carta en la manga. Nunca he visto un café tan valiente como él.

Málaga, otoño del 2003

Como curiosidad: en casi toda España, para tomar un café basta con pedirlo solo o con leche. En Málaga hay unos cuantos nombres más según la proporción del café y la leche: nube (muy poco café), sombra (poco café), mitad, cortado (poca leche) largo (muy poca leche) y el solo o negro. Además puedes pedirlo doble (en un vaso más grande), y por supuesto en taza o en vaso, caliente o con hielo. Ah, y el carajillo: café con un chorro de coñac (sí, eso que algunos snobs se empeñan en llamar "café irlandés").
Probablemente parezca una chorrada (de hecho, seguramente lo sea), pero da gusto, en esas mañanas de lluvia de la Facultad, beberse un cafelito en el bar justo como a uno le gusta prepararlo en casa.

Posted by Santo at 12:38 AM | Comments (4)